El Campamento Placid Pines, cerrado desde hace un tiempo, alberga una oscura leyenda: uno de los directores del lugar, Trevor Moorhouse, fue objeto de una broma por parte de los monitores que tenía a sus órdenes. Consistía en jugar al llamado «Bloody Murder». Lo que tenía que ser un juego, acabó en tragedia. Loco y desfigurado por un accidente, Trevor fue encerrado en un manicomio del que, poco después, logró escapar. Y la leyenda dice que vaga por el campamento buscando venganza, sobre todo ahora, que quieren reabrirlo…